agosto 11, 2017

Manipulaciones y errores acerca de la lengua leonesa. PARTE I: la ï


Con esta entrada quiero iniciar una serie de notas acerca de la manipulación y errores que se producen alrededor de la lengua leonesa. El motivo no es otro que el poner un freno ante determinados discursos, afirmaciones repetidas sin contrastar o errores de bulto que se dicen al hablar de un tema al que muchos quieren acercase, pero por falta de fuentes, se impide un mayor conocimiento. 
Para abrir la espita, comenzaré con un tema interesante: voy a explicar en qué consiste eso de la ï, un uso gráfico que ha recibido múltiples críticas, por otra parte bastante sectorizadas, y que no tienen fundamento salvo cuestiones ideológicas. Lo voy a hacer del modo más sencillo posible. No espero convencer a nadie de nada, pero sí dar una serie de argumentos para quienes optan por un modelo ortográfico leonés que es foco de críticas, mofas y hasta insultos.

¿Qué es la ï? 
La lengua leonesa tiene unas características fonéticas propias y que la diferencian de las lenguas convecinas. Una de ellas es la tendencia al cerramiento vocálico de las vocales medias o semiabiertas (e, o) para derivar en vocales altas (i, u). Por eso a veces es difícil determinar, salvo haciendo una analítica mediante un fonograma en laboratorio (o con un oído muy bien entrenado) si una persona dice "decire" o "dicire". Con cerramiento nos referimos a cómo abrimos o cerramos la boca para pronunciar las vocales. Gráficamente, lo vemos recogido en el triángulo vocálico clásico que es válido tanto para el español como para el leonés al tener las mismas vocales fonéticas:



La diéresis es un signo ortográfico internacional, igual que la tilde, que nos indica el refuerzo en la pronunciación de la letra sobre la que se establece y su separación respecto a otra u otras vocales vecinas. Puede recaer en cualquier vocal y es comúnmente utilizado en varias lenguas latinas, desde el español hasta el francés, pasando por el gallego, aragonés o catalán, y en otras como alemán y neerlandés. En español se hace sobre la u para indicar que se debe pronunciar dicha vocal cuando la regla general nos dice que es muda: cigÜeña, vergÜenza, etc. En español también se aplicó en la vocal i en la literatura española dentro de la poesía para reforzar las métricas, particularmente en la época denominada del Siglo de Oro, pero nunca ha sido considerada a efectos oficiales por la RAE. 
¿Y en leonés? La ï se aplica cuando esta vocal es átona (no recae sobre ella el acento de la palabra) y está al lado de una semiabierta o abierta. Entre ambas se pronuncian dos sílabas diferentes (hiato), que en otras condiciones serían diptongo, pero tal hiato no se puede marcar con un acento gráfico. La palabra prototipo sería llïonés: la i no es tónica y está al lado de una vocal semiabierta (o), que tampoco es tónica. La vocal tónica es la e, que está en posición final de palabra y se acentúa gráficamente. Si lo dividimos en sílabas obtenemos llï-o-nés, tres sílabas. Podríamos marcar esa ruptura con una tilde, como en la palabra día (dí-a), pero ya está con tilde la e, por ello la solución gráfica que nos queda es la diéresis.
Otro ejemplo: rïalidá. De nuevo nos encontramos con un hiato, y ante la imposibilidad de marcarlo con una tilde que ya está usada en la a final, utilizamos la diéresis. Con lo anterior, se entiende mejor que se escriba Llión y no Llïón*, pues la tilde ya nos marca esas dos sílabas y es innecesaria la diéresis.   

El origen y crítica de su aplicación en la lengua leonesa
Un signo ortográfico de amplio uso no solo en las lenguas latinas sino de otras familias, ha recibido un montón de críticas, sin embargo, ninguna se ha sabido plasmar en una respuesta clara y contundente al respecto de por qué no usar la ï. Todos los argumentos giran sobre la afirmación de que es una grafía que impuso en su momento Conceyu Xoven, y los que rechazan las acciones o filiación a su ideología, optan por no usarlo. Eso es una verdad muy a medias.
La historia fue así: aproximadamente era un mes de abril o mayo de 1998, recuerdo el momento porque acababa de salir de prácticas de campo de la escuela de ingeniería agraria. Recibo una llamada para acudir a una reunión en un despacho de UPL en el ayuntamiento de León para tratar un tema de leonés importante. Tiempo atrás habíamos hablado y debatido internamente sobre qué hacer con el problema del cerramiento vocálico tan frecuente en el leonés. También por esa época se decidió deshacerse de la denominación de León en asturiano, Lleón, que hasta entonces se tenía por válida, y optar por la de Llión. Tal topónimo se justificaba tanto en lo escrito (Cuentos en dialecto leonés, p.ej.) como en las recogidas orales de las que disponíamos, además de ser ejemplo prototípico del cerramiento vocálico que veíamos antes. Por ello había que darle una solución gráfica a un fenómeno que se producía en bastantes más palabras. 
En la reunión estábamos Abel Pardo, por entonces concejal de UPL, Xosepe Vega, que era el presidente de Facendera Pola Llingua, y un servidor. Fue Xosepe Vega quien nos presentó esta propuesta, más o menos explicada como lo hago anteriormente. Incluso justificó su uso histórico por parte de un autor de lengua asturiana llamado Padre Galo. A todos nos pareció lógico y coherente. De aquella reunión salió la decisión de eliminar de una vez la designación de Lleón. Esta pegatina, que en aquella reunión llevaba en mi carpeta, fue la última con el término "lleonés" (1998). Recuerdo que dije en bromas: "pues habrá que cambiar todas".

Conceyu Xoven, que por entonces era la organización política juvenil más importante del País Leonés, empezó a utilizar los términos País Llïonés y Llingua Llïonesa en todos y cada uno de sus actos, folletos, difusiones y cualquier medio de presencia social. Y caló con muchísima fuerza.

La grafía, chocante por su innovación en ojos acostumbrados a lo español, generó enseguida entre los sectores opositores al leonesismo el símil identificativo de que la ï era "un invento de los de Conceyu". Por una parte estaban los que eran contrarios a todo lo que se refiriera al leonesismo y más en lo lingüístico, pero fueron los menos, a fin de cuentas su problema no era una grafía sino el conjunto en sí. El frente más preocupante llegó de los que ayer, como hoy, se han opuesto a un proceso de normalización de la lengua leonesa frente a una dependencia y asimilación hacia Asturias. Estoy hablando de los últimos años de los 90, y por entonces nuestra relación con los colectivos asturianos era de contacto pero sin enfrentamientos, lo cierto es que se nos llamaba para hacer entrevistas y explicábamos claramente nuestros objetivos, siendo apoyados en ello.


La propia Academia de la Llingua Asturiana reconocía por escrito que leonés y asturiano (aquí lo denominan bable) eran "muy similar al romance norteño que hoy se conserva", que no lo mismo.
Todo era un camino de rosas, hasta que llegó el uso de la ï y las acciones de promoción de la lengua leonesa. Lo que dijeran u opinaran en Asturias (que fue desde donde nació todo el movimiento opositor), de primera mano lo desconozco aunque lo intuyo, porque breve tiempo después apareció Xosepe Vega diciendo que eso de la diéresis era "un grave error", sin dar razón alguna en concreto, y que había que rechazarlo de plano; ante la insistencia pidiendo explicaciones, dejó entrever que había recibido mensajes desde Oviedo. 
La decisión de seguir con la ï se motivó en dos aspectos: el primero por lo rapidísimamente que fue asumida por la gran mayoría de gentes en favor de la lengua leonesa, y la otra es que era un signo ortográfico coherente, válido internacionalmente, que respondía a una necesidad de la lengua leonesa.


El mundo académico: José Ramón Morala
Avanzaron los años y la consolidación de la ï era incuestionable. El desconocimiento de su origen y uso real motivó su proliferación gráfica a veces de modo innecesario, pero es algo natural ante una lengua que incluso hoy carece de regulación alguna. Por el otro lado, la crítica se agarró a un único argumento, la vinculación ideológica con Conceyu Xoven y sus organizaciones satélites, añadiéndose como coletilla un montón de supuestos errores, palabras mal usadas, expresiones, castellanismos... en cualquier otro ámbito y circunstancia se entenderían como un proceso natural de recuperación idiomática, pero no aquí. No había crítica sana, ni siquiera intento de apuntar defectos. El punto cumbre llegó con el libro Cuentos del Sil (2006), una recopilación de cuentos escritos por gentes de zonas de la cuenca del Sil, incluyendo nombres como Roberto González-Quevedo o Eva González. La polémica no fue el libro en sí, sino que aparecieran los nombres anteriores, lo cual fue interpretado por los sectores más extremistas como una aceptación de estas propuestas gramaticales, hecho que tampoco era cierto.

A todo eso sumar que Abel Pardo era nombrado de nuevo concejal y se hacía con una concejalía de nuevo cuño: cultura leonesa, desde la que lanzó el mayor programa de difusión y fomento de la lengua leonesa hecho hasta la fecha. El punto de no retorno era evidente. La ï era solo una excusa, lo fundamental era mantener una línea de unidad con Asturias en todos los aspectos, y con esa grafía se abría una brecha. Porque lo importante, repito, no era rebatir una grafía, sino impedir cualquier intento de abrir una línea de desarrollo propio para la lengua leonesa.
Interesante fue ver la actitud del mundo académico leonés, única voz que quedaba por hablar: el doctor José Ramón Morala es una autoridad en cuanto al conocimiento de la lengua leonesa en su vertiente medieval, conoce como nadie toda la documentación escrita durante el Reino de León y estaría en condiciones plenas, a día de hoy, de plantear una norma cortesana del leonés. Morala ya había hecho otro congreso en 2006 acerca del centenario de la publicación de la obra de Pidal "El dialecto leonés", pero en esta ocasión quiso hacerlo específicamente para hablar sobre su normalización. Todas las conferencias, conclusiones y trabajos se recogieron en el libro publicado en el 2009: El leonés en el siglo XXI (un romance milenario ante el reto de su normalización).


Hay una ponencia escrita por Morala y Egido, aunque se intuye mayor autoría de la primera mano. Las conclusiones de esa ponencia son, a mi juicio, sorprendentes. Se tilda de "leonés institucional", témino que se reconoce como "exagerado" (pag. 213) a lo que se elaboraba desde la Concejalía de Cultura Leonesa. El seguimiento que hizo de todo texto escrito fue meticuloso hasta el punto de recoger actualizaciones y reediciones de textos web cambiados de un día para otro. Llama la atención la subjetividad en el juicio a la hora de evaluar a los diferentes autores de Cuentos del Sil, pasando muy de puntillas o directamente obviando unos pero cebándose en críticas hacia otros. Todo esto ya nos advierte que no estamos ante un juicio imparcial sino más bien ante una sucesión de filtros subjetivos aplicados con más o menos fortuna. Centrándonos el tema de la ï, se dice al respecto:

"se ha optado por una grafía, a todas luces extraña en la tradición gráfica hispánica, como es la diéresis sobre el elemento cerrado del hiato o diptongo (pïor, rïalidá, rïalizada, llïonés...) que, en páginas que responden a un determinado concepto de leonés, se han convertido en norma poco menos que insoslayable, hasta el punto de que es una de las marcas que mejor permiten identificar a los autores que siguen este modelo que venimos llamando institucional". (Página 234)

Morala y Egido repiten el mismo mantra del elemento identificativo (lo subrayado del texto), cayendo otra vez en el tópico de la identificación con colectivos políticos. En todo el libro no hay nada más. Cualquiera que lea el párrafo entenderá que, aparte de esas vinculaciones, que debían de ser poco menos que constitutivas de delitos penales de lesa humanidad, la crítica netamente filológica es que es algo ajeno a la tradición gráfica hispánica ¿Por qué es insoslayable? ¿Razones? Todo lo contrario sucede con el análisis de léxico, gramática y evoluciones desde el latín que se analizan profusamente. Incluso se ven con buenos ojos lo de eliminar la u de la "gu" (pag. 233). Más sorprendente es que no haga crítica alguna a determinadas grafías de la Academia de la Llingua Asturiana (pag. 217), tan inventadas, poco afines a la tradición gráfica hispánica, y ajenas a los hablantes de leonés como la grafía ḷḷ (o l.l) para el pachuezu, frente a la práctica totalidad de leoneses que escriben en pachuezu usando la grafía ts para dicho sonido, incluso en la rotulación callejera de Vitsablinu.



La respuesta mediática: Emilio Gancedo
La prensa leonesa nunca ha sido amiga de lo leonés. En Diario de León (8 de mayo de 2009), nos encontramos con un artículo firmado por Emilio Gancedo al respecto de dicho congreso universitario:


La noticia es un titular muy brillante pero falso, ninguna de esas terribles conclusiones aparece reflejado en el libro. Hasta el tratamiento de la noticia es bastante diferente a como se hizo en las jornadas previas. El periodista bien pudo recoger que Morala y Egido enjuiciaron con dureza algunos textos escritos en leonés del propio Diario de León (página 232). Aunque admitiéramos como críticas el artículo de ambos profesores, deben entenderse como posiciones personales y no de toda una institución. Pero la gente solo leyó el titular que a fin cuentas, era el objetivo final. 

Respuestas ulteriores: Héctor García Gil

Nos queda el elemento de los opositores a esa grafía del, digamos, mundo cultural (por denominarlo de algún modo). Ejemplos podría poner unos cuantos, pero el mejor exponente es el de Héctor García Gil, que en 2009 decidió redactar un trabajo que denominó La deturpación de la llingua en Cuentos del Sil. El "llïonés" cumo artefactu políticu ya identitariu. Tal trabajo, del que tengo la suerte de conservar el documento escrito, se leyó en unas jornadas culturales en Asturias llamadas L'Arribada, celebradas tras la publicación del libro de Morala. El título, cuanto menos sorprende viniendo de una persona que comenzó siendo coordinadore d'esteriores en Conceyu Xoven (así figuraba en el organigrama de dicha organización), que tuvo carnet de UPL y que se ha presentado en listas electorales de partidos del nacionalismo asturiano. Más trayectoria política imposible.


Ese trabajo, o así lo dijo en varios círculos próximos, iba a ser editado en el Lletres Asturianes, una publicación de la ALLA. Extraña que de una persona licenciada en Filología Hispánica y Lingüística, habiendo sido docente en la propia ULE, y estrecho colaborador en varios textos de la ALLA, tal artículo no aparezca por ninguna parte, y eso me hace pensar, incluso si no lo hubiera leído, que estamos ante un producto de autoconsumo para determinados círculos. Ciñéndonos a lo estrictamente lingüístico, en todo el documento, lo que García Gil dice al respecto de la ï es esto (pág. 8): 
Usu de la diéresis sobre i nas xunturas vocálicas: ea, eo, ....> ïa, ïo, pa representar un soníu inexistente en castel.lanu (sic): rïalidá, llïonés, pïor,...
El resto del texto se divide entre buscar fallos ortográficos y gramaticales, solo entre unos textos (siempre según autores a conveniencia) y realizar un descargo de por qué todo es una manipulación política y que responde a intereses espúreos. Volvemos a lo mismo: no hay críticas ni argumentos salvo visiones políticas y personales de quien fuera militante de la organización que critica. 

Llión / Llïonés vs. Llión / Llionés
Gracias a esa falsa creencia y a una buena campaña mediática de descrédito, ha cuajado la convicción de que "llionés" está bien escrito, lo mismo que Llión. En cierta ocasión me encontré con el prototipo de opositor a esta grafía que repetía tópicos. Le indiqué esta división silábica. Aunque en otros casos lo más que me han dado de respuesta es el eco de lo anterior, este en concreto intentó darme una explicación más surrealista: que eso era innecesario porque Llión era monosilábico. 
Analicemos esta última respuesta: Llión sería monosilábico, pero innecesariamente se acentúa ¿Y llionés? siguiendo la lógica anterior, tendríamos que decir que tiene dos sílabas, llio-nés. Pero pronunciarlo tal cual es muy difícil, me atrevo a decir que imposible, salvo que en vez de pronunciar la ll- /ʎ/ se haga una y- /ʝ/, esto es, un yeísmo muy típicamente hispánico y muy ajeno a la lengua leonesa. Quien no sepa lo que es el yeísmo le invito a leer el artículo de la RAE al respecto.
 http://lema.rae.es/dpd/?key=ye%C3%ADsmo 
Suena parecido, pero no es lo mismo. La solución a este problema: la ï. 
El desconocimiento, más bien inercia ideológica, hay que trasladarlo a una amalgama de asociaciones y colectivos que dicen defender el leonés (que no la lengua leonesa) y que algunas tienen en su cartera a expertos y filólogos. Por desgracia, repito una vez más, no estamos realmente ante un debate ortográfico ni lingüístico, sino ante el ejercicio de las ideologías personales y la no vinculación con grupos determinados, aunque para ello se demuestre ignorancia en reglas básicas.


El leonés es una lengua independiente del español
El leonés es una lengua independiente del español. Por lo tanto, puede y debe presentar una gramática y ortografía propia e independiente de esa tradición hispánica (correctamente hay que llamarla castellana) que invoca el doctor Morala. Ya se ha hecho en Asturias con su lengua al crear los dígrafos para el pachuezu y para los fenómenos de aspiración semejantes a la j castellana. El mirandés, la otra lengua del grupo lingüístico leonés, ha adoptado las grafías portuguesas en su gramática, amén de otras soluciones gráficas de las que podría cuestionar su ideoneidad. No se oye a nadie criticando las acciones de separación del mirandés del resto de las lenguas del grupo, que le han valido algo tan vital e importante como tener un código internacional de reconocimiento y clasificación lingüística (ISO 639-2 MWL), diferenciado del asturiano (ISO 639-2 AST), y del leonés (que no tiene propio).
Algunos creemos que se puede hacer una gramática propia, sin mirar constantemente ni a Asturias ni a Madrid, que quizás se pueda seguir una tradición gráfica asumida socialmente, o tomar un camino radicalmente diferente, pero siempre de modo independiente. En el otro lado de la balanza se exponen los colectivos y críticos que ahora quieren hacerse más visibles, gastan esfuerzos y energías en establecer toda clase de vínculos y enlaces para hacer de la lengua leonesa una versión de la lengua asturiana, generando una gramática con grandes incoherencias y a la vez contraria en algunos aspectos de su realidad. No quieren, ni pueden dada su sumisión a los dictados desde la ALLA, tocar el tema de los acentos, buen principio para quienes se han mostrado radicalmente contrarios al uso de la ï. Por contra, afirman sacar manuales gramaticales (que no gramáticas) de leonés (que no de lengua leonesa), que ante una analítica somera se aprecia que es asturiano muy poco maquillado.
El resultado de esta involución, retroceso diría yo, es palpable: la lengua leonesa es la única que carece de un código internacional de catalogación de lenguas. Es más, cualquier obra escrita en leonés o que hable del leonés, se etiquetará con el código asturiano, pues bajo el ISO 639-2 AST se engloban asturiano, astur-leonés, bable y leonés, pero no mirandés.



Paradójicamente, estos colectivos y críticos protestan ante el Procurador del Común pidiendo que se cumpla el artículo 5 de un estatuto de autonomía donde dice se dice leonés (que no la lengua leonesa, y contrastemos con el término lengua gallega que aparece en el mismo artículo). Pero no trabajan para lograr ese ISO propio, verdadero referente internacional. No lo hacen porque no están a favor.
¿Nos gustaría un reconocimiento real por parte de todas las instituciones internacionales? Pues para eso, y para cualquier otra cosa, la lengua leonesa tiene que estar dentro de la catalogación internacional. Es una pena que algunos leoneses hinchen el pecho diciendo que luchan y trabajan por la cultura leonesa, y sean capaces de hacer una labor tan contraria.