febrero 26, 2018

Por qué el leonés SÍ necesita implicación política

Recién pasado el Día de la Lengua Materna, es conveniente analizar un aspecto sobre el que ha girado buena parte de las polémicas, artificiales todas, acerca de la defensa y promoción de la lengua leonesa: la implicación de la política. Aparentemente, existen dos tendencias: por un lado están las entidades que, sin ser políticas, consideran que la implicación del elemento político es fundamental no solo para que el leonés reciba el trato legislativo que se merece, sino para que también tenga su marco de desarrollo legal correspondiente. En el otro lado nos encontramos con otras entidades que consideran que la acción debe ser exclusivamente en el plano cultural sin acciones políticas. Así lo recalcan y así lo ha reflejado la prensa, como en 2015 Diario de León recogía una noticia al respecto con el siguiente texto final (la negrita es mía):
"El Teixu es una asociación fundada en 2007 en la ciudad de Astorga por gentes de León, Zamora, Asturias y la portuguesa Tierra de Miranda con el objeto de estudiar a fondo esta «riqueza lingüística común», (...) Su existencia se enmarca en lo que parece ser una nueva forma de trabajar y de considerar el patrimonio lingüístico leonés por parte de diversas asociaciones, sin reconstrucciones arbitrarias ni sesgos políticos."
Esa asociación no es la única, otras como Furmientu en Zamora o Faceira en Llión (asociación que no es sobre el leonés aunque centre sus acciones en ello) también han querido resaltar su no filiación política, a la vez que han criticado muy duramente al resto por opinar lo contrario. Quiero recordar por ejemplo dos tribunas escritas por Nicolás Bartolomé Pérez, cabeza muy visible de ese conjunto de colectivos, donde cargaba contra todas las iniciativas que se estaban realizando en la promoción de la lengua leonesa por parte del Ayuntamiento de León, "Manipulación política del leonés" y "Lengua y nacionalismo en León":


Encuentro de Faceira con la dirección del PSOE de León. Fuente: google imágenes.

Cabe resaltar la coincidencia de discurso basado en ese alejamiento de la política que ha sido usado también por los contrarios hacia cualquier iniciativa acerca del leonés. La práctica, sin embargo, contradice ese discurso apolítico: si bien Furmientu se ha mostrado coherente quedándose públicamente al margen de contactos políticos, Faceira, nada más nacer, mantuvo una entrevista con la dirección del PSOE leonés, cosa que hasta la fecha no ha hecho ninguna otra asociación, ni con ese ni con ningún otro partido. La participación en aspectos políticos ha llegado al concepto de lo que es el territorio leonés: esa asociación acudió al Parlamento Europeo en Bruselas, invitados por un partido político -dato importante-, a explicar la situación del leonés. El propio Bartolomé Pérez dio una entrevista al Diario de León narrando lo que hicieron allí:
"En primer lugar el presidente de Faceira, Ricardo Chao, explicó la existencia de una región europea, la leonesa, que es heredera directa del Reino de León medieval del que trazó sus hitos principales, señalando también su actual falta de autonomía a pesar de su personalidad y larga trayectoria histórica. A continuación se trató sobre el leonés"
En sus últimas actividades denominadas Calechos d'Iviernu, una de las ponencias se titula "Un acercamiento histórico al regionalismo leonés contemporáneo". En último lugar, las afiliaciones políticas de algunos de sus miembros son más que conocidas, participando en listas de partidos políticos e incluso siendo cargos públicos. Todo lo anterior es una exposición que demuestra lo impropio que es usar el discurso del apoliticismo, no solo por la hipocresía que conlleva, sino porque la política es imprescindible para que la lengua leonesa tenga el encuadre social y jurídico que necesita y merece. 

LA FALSA PREMISA DE LO APOLÍTICO EN CUESTIÓN DE LENGUAS
Todas las lenguas -esto incluye el español-, necesitan de dos cuestiones claves para su uso, por una parte de un estatus jurídico, y por otra de una política lingüística. Ejemplifiquémoslo con el español: es lengua oficial (estatus jurídico) en todo el estado y cooficial en aquellas comunidades autónomas que dispongan de otra lengua cooficial (catalán, vasco o gallego). Su política lingüística, explicada muy a groso modo, se fundamenta en la promoción y uso del español en los centros educativos públicos, y por extensión de los privados, en todas las materias durante todas las etapas escolares así como universitarias. Añadiremos el uso como lengua institucional en todas las administraciones públicas. Y finalmente la promoción de su uso e investigación por parte de diversas instituciones públicas (Real Academia Española) que se encargan de la elaboración de la gramática, de las normas ortográficas y de recoger el léxico para generar una regulación que será tenida como de acatamiento por parte de la administración pública. Todo ello lo asumimos como hecho normal y hasta lógico, pero no lo sería si no se cumplieran esas circunstancias.
Diccionario de la lengua española. Fuente: wikipedia.

CÓMO SE DEBE REALIZAR UNA POLÍTICA LINGÜÍSTICA
La regulación de uso de una lengua debe hacerse planificándose desde dos puntos de vista: la planificación del corpus (gramática, ortografía y vocabulario) y la planificación del estatus que es competencia de la clase política, que será quien determine la posición de dicha lengua en cuanto a criterios políticos, ideológicos y sociales. Dentro de la planificación del corpus, y opto por seguir los criterios de Einar Haugen que es quien desarrolló el concepto de política lingüística, se fijarían tres puntos:
  1. Selección de una de las variedades preexistentes de la lengua para convertirla en el objeto de planificación. En verdad, no suele ser lo más habitual tomar solo una modalidad y sí asumir rasgos de varias de ellas, generando una koiné, una lengua más bien artificial pero identificable por los hablantes. La justificación de la elección será siempre subjetiva y arbitraria, como toda elección.
  2. Codificación: elaboración de una gramática, reglas ortográficas y un diccionario que recoja su léxico. Esta fase incluye la adopción de un alfabeto gráfico si no existiera o soluciones gráficas a cuestiones fonéticas no resueltas claramente hasta ese momento.
  3. Elaboración de la lengua: ese nuevo modelo se va adecuando progresivamente a las necesidades de comunicación, comprobando resultados y viendo si cumple el papel de elemento de comunicación según las previsiones iniciales. De un modo más simple, desarrollar el conjunto de expresiones, nuevas palabras y adaptaciones de todo el flujo comunicativo presente y futuro.
En este planteamiento es importante reseñar que no se considera nunca ni la vitalidad de la lengua ni el número de hablantes, sino el desarrollo de la lengua en sí misma. La primera gran excusa que se pone para impedir el proceso es el número de hablantes, mostrando así no solo un prejuicio muy grave sino también una ideología clara (política).

La otra parte del proyecto es la parte política, qué estatus se va a otorgar a la lengua y cómo se va a regular su uso. La visión subjetiva del gobierno optará por hacer, o no, las leyes y acciones que reglamenten su utilización, siendo en la mayoría de las ocasiones decisiones ajenas a la situación de los hablantes o sus necesidades comunicativas. Si la clase política decide no regular ni promoverlo desde el punto de vista institucional, el idioma queda condenado bien a un segundo plano en el mejor de los casos o bien a su desaparición en el peor de los escenarios.

Con todo, jamás hay que olvidar un tercer factor a la hora de aplicar una correcta política lingüística en su uso práctico: la aceptación social, que la sociedad a la que se dirige lo acepte y use. Es decir, para que funcione correctamente una política lingüística debe haber voluntad política pero también voluntad popular.

EL LEONÉS: LA IMPORTANCIA DE LOS MATICES
Según el estatuto de autonomía de Castilla y León, se dice:
El leonés será objeto de protección específica por parte de las instituciones por su particular valor dentro del patrimonio lingüístico de la Comunidad. Su protección, uso y promoción serán objeto de regulación. 
Eso es lo conocido por todos. Pero en tan corta frase hay muchos matices: se denomina "leonés", y no "lengua leonesa", algo que sí se hace con el gallego en el siguiente artículo. La palabra es tan importante que ha dejado todo en un limbo definitorio, pues puede considerarse como una lengua o un conjunto de hablas con particularidades regionales. No sería la primera vez que se ha denominado como "leonés" el "castellano regional de León", ni tampoco que tal argumento sea esgrimido por parte de determinados sectores políticos y culturales para argumentar que lo del leonés a fin de cuentas es ponerse a hablar de un español con rasgos arcaicos. Por ello es importante decir lengua leonesa y que así figure en la legislación.
Fernando Rey Martínez, consejero de Educación de la Junta de C. y León. Fuente: periodistadigital.com

El articulado debería ir igualmente acompañado de una ley de desarrollo, tal y como indica la redacción. La actitud de la Junta es obviar estos aspectos y esgrimir como justificación argumentos de toda clase que se resumen en uno solo: se acogen al limbo definitorio del artículo. Fijémonos en las palabras del consejero de educación (de origen leonés) al respecto:
(...) Además, realiza un análisis estricto del término para lo que acude a la RAE. El consejero subraya que la 'proteger' implica 'amparar', 'favorecer' o 'defender' ; usar, entre otros, ejecutar o practicar algo habitualmente o por costumbre; y, promocionar, hacer valer. "Todos los términos atribuidos en el Estatuto refieren a significados que en ningún caso implican necesariamente una consideración curricular sino que la regulación que, en su caso, hubiera de realizarse puede responder a otras actuaciones o medidas, asegura.
Janick Lemen con todos los tomos de su Léxico del leonés. Fuente: Diario de León.

Las instituciones académicas leonesas se muestran pasivas. La Universidad de Llión tiene en sus estatutos varios artículos que hablan de la preferencia en la investigación de temas leoneses, gracias a una iniciativa que presentamos en su momento a través de Conceyu Xoven cuando teníamos representación estudiantil. Han hecho caso omiso de las mismas. La investigación en el tema de la lengua leonesa se limita a investigadores muy concretos y en aspectos muy determinados. Recientemente algunos medios de comunicación hablaban de que se iba a crear una "cátedra de leonés" en la universidad leonesa, pero al final se ha quedado en un pequeño centro de estudios de temas leoneses. En Salamanca parece haber gente más predispuesta a investigar en el tema, aunque el enfoque se orienta en esencia al punto de vista histórico.

OTROS MODELOS: EL ERROR DEL ASTURIANO
Es para algunos, el mejor espejo en el que mirarse para mejorar la situación leonesa. Afirmar eso es desconocer su realidad y sí quedarse con una falsa apariencia. Es una legislación que no promueve un idioma sino que intenta diluirlo y acotarlo dando la falsa apariencia de estar regularizado. El estatuto de autonomía de Asturias dice en su preámbulo acerca de la cuestión lingüística:
1. El bable gozará de protección. Se promoverá su uso, su difusión en los medios de comunicación y su enseñanza, respetando, en todo caso, las variantes locales y voluntariedad en su aprendizaje. 2. Una ley del Principado regulará la protección, uso y promoción del bable. 
Como vemos, y casi seguro que para sorpresa de bastantes, el artículo es prácticamente un calco al que tiene la Junta sobre el leonés. El nombre único recogido por el estatuto es bable (también sin la calificación de lengua), una denominación tradicional usada con carácter denostador por algunos sectores conservadores, mientras que el término asturiano solo es introducido y utilizado en la ley que desarrolla su uso, la 1/1998 de 23 de marzo. Que haya una doble denominación y que implique diferencias sociológicas tan grandes ya es un problema de partida.

Día de Les Lletres Asturianes 2015. Fuente: academiadelallingua.com 

Leyendo la ley se aprecian grandes lagunas definitorias, con una redacción condicionante a plantear el bable como un elemento secundario y no principal del modelo lingüístico asturiano, al que se le imponen múltiples supervisores para evitar conflictos y a la vez alargar procesos de normalización. El léxico que lo acompaña lo deja bien claro: "voluntariedad", "respeto", "optativo"... En lo práctico, la Academia de la Llingua Asturiana, la entidad que investiga pero no regula de manera oficial (aunque en la práctica lo haga), ha optado por un modelo que toma la modalidad central por completo, extrapolando sus elementos gramáticos al resto de modalidades del Principado. La introducción de grafías nuevas para la modalidad del pachuezu o la oriental no han encontrado ni el apoyo popular suficiente ni la respuesta esperada incluso entre escritores. El modelo educativo tampoco introduce el asturiano o bable como una asignatura más sino como una optativa, lo que limita más aún su transmisión a las generaciones nuevas. Los medios de comunicación públicos circunscriben su uso a lo anecdótico y algún programa infantil de televisión. Finalmente, en cuanto a la valorización social de la lengua, las últimas encuestas demuestran que todavía queda muchísimo por hacer, tanto en su percepción como en su uso.

Pero por encima de todo hay otra cuestión más evidente: en 37 años de aprobación de las primeras leyes acerca del bable, a día de hoy ni la salud es la mejor ni desde luego se han dado pasos efectivos en su normalización social. Recientemente se habla de que su actual gobierno socialista quiere aprobar una cooficialidad para el asturiano. Fijémonos en lo poco productivo que ha sido la Ley del Bable que las voces más a favor quieren implantar un modelo similar al gallego. Dudo mucho de su ejecución final, máxime cuando no cuenta con un respaldo amplio de partidos. Si hubiera un cambio de gobierno en el Principado o una redistribución de escaños (algo muy probable) esa cooficialidad se quedaría finalmente en papel mojado. En definitiva, una ley de la que poco cabe imitar.

Y frente a ese modelo que algunos se empecinan en mirar con tan brillantes ojos, la situación leonesa, muy lamentable por otra parte, y con todos los impedimentos incluso jurídicos, ha sabido encontrar algunos resquicios de luz tanto en la voluntad popular como en la política, esta última muy tímida y en pequeños gestos de gran carga simbólica:
Güela Manuela. Marca comercial leonesa (Voluntad popular). Fuente: web de Güela Manuela.

Programación semanal en La 8 de León sobre la llingua llïonesa con Alicia Valmaseda (Voluntad popular). Fuente: http://ellagodelaxana.blogspot.com.es/
 Cartel del Festival de Jazz Feichu en Llión (Voluntad política). Fuente: leonoticias.com
Señalización bilingüe de la localidad de Trueitas (Llión) (Voluntad política). Fuente: Ayuntamiento de Truchas.

ASÍ QUE...
Recordemos la frase final que aparecía en aquel artículo periodístico: "sin reconstrucciones arbitrarias ni sesgos políticos". Las lenguas se construyen y reconstruyen de modo arbitrario escogiendo una variedad o modelo, se regulan mediante la acción política, y se desarrollan con la implicación social. ¿Es criticable sentarse en una mesa con un partido para hablar o acercar posturas sobre el tema? Rotundamente no, aunque eso sea hacer política, porque no hay más solución. Por ello, cabe preguntarse con qué intención se hicieron aquellas aseveraciones y si se conocía o conoce en qué consiste exactamente un proceso de normalización lingüística. La intencionalidad, el autor sabrá. El desconocimiento, evidente. El leonés SÍ necesita implicación política.